Islam en América Latina
En México, el Islam se ha desarrollado lentamente, desde su primera llegada junto con los españoles en el siglo XVI, tiempo en que instituyó el Tribunal de la Inquisición, en el cual musulmanes de origen andaluz fueron condenados por no querer abjurar de su fe. Se hace mención posteriormente de la llegada de militares argelinos y egipcios que fueron enviados por Napoleón III a fin de apoyar la lucha armada a favor de la monarquía de Maximiliano de Habsburgo; no obstante, el contacto entre la población magrebí y mexicana fue relativamente corto debido a que las tropas antes mencionadas fueron enviadas a París. De ahí, a fines del siglo XIX, se da la ola de migración de ciudadanos de países del Medio Oriente hacia el continente americano. Los puertos de Veracruz, Tampico y Progreso se convirtieron en punto de llegada de libaneses, sirios, palestinos, iraquíes, jordanos y egipcios, siendo sólo musulmanes un 14%. De 1919 a 1945, el acceso al país fue limitado a cincuenta inmigrantes por año. De 1945 a 1975 la migración a México se elevó notablemente debido a hechos de gran trascendencia en el Medio Oriente como fueron la independencia del Líbano, la creación del Estado de Israel, la Guerra de los Seis Días de 1967, la Guerra de Yom Kippur en 1973 y la Guerra Civil Libanesa, hechos que llevaron a que un elevado número de inmigrantes de esa región viajaran a México y a otros países de América Latina para reencontrarse con familiares establecidos aquí con anterioridad o para de aquí lograr viajar a Estados Unidos. Fue así que iraquíes, libaneses, sirios y palestinos se establecieron en Aguascalientes, la Ciudad de México, Puebla, Jalisco, Torreón y Nuevo León, principalmente, desarrollándose en la industria y el comercio.
El siglo XIX, el cual se caracteriza por una fuerte oleada de inmigrantes de Medio Oriente a México, destaca también por la existencia de una fuerte consolidación de las viejas imágenes de Oriente, que la Antigüedad Clásica, la Edad Media y la Ilustración había difundido en el imaginario europeo. Una parte no pequeña de esta labor debe atribuirse a los autores de un género que tuvo en ese siglo una extraordinaria popularidad: el relato de viajes a lugares exóticos; entre los cuales se privilegian los países de Oriente. Es sabido que fueron sobre todo los franceses y los ingleses quienes realizaron o por lo menos transformaron en relatos la mayor parte de dichas aventuras. También se sabe que en ellas aparecen supuestos básicos, temas y recursos narrativos que contribuyeron a fortificar las imágenes establecidas del oriental.
Desde fines del siglo XIX empezó a llegar a Latinoamérica un elemento que en Europa iba a aparecer sólo cincuenta años después: los inmigrantes árabes. En general los que llegaron a América fueron cristianos, pero no dejaron de ser asociados con el moro; de hecho hay países donde este antiguo nombre fue reciclado.
En el siglo XX se dieron cambios muy rápidos y profundos. Al darse cambios sociales, cambian las visiones del pasado y hay nuevos esquemas, una nueva visión del pasado y nuevas historias. La historia tradicional se caracteriza como un tiempo breve en historia del individuo que ya no explica el presente cambiante y traba el desarrollo de la ciencias humana, sin estudiar los grandes procesos. La nueva historia es más completa y global y toma en cuenta tiempos cortos, tiempos medios, tiempos largos, los cuales pueden ser de carácter económico-social; se ocupa de oscilaciones cíclicas y se divide al pasado en amplias reacciones. La historia es un proceso multi-casual y cambiante, fugaz y cambiante como la vida social, no es dominada en exclusiva por conflictos étnicos, por ritmos económicos, o por tensiones sociales.
La tarea de un historiador es reconstruir con tiempos diferentes la unidad de la vida. Se hace mención de la larga duración; se da una cooperación de todas las ciencias sociales. Todas ciencias del hombre están contaminadas unas con otras y hablan o pueden hablar de el mismo idioma.
Los movimientos migratorios árabes hacia el continente americano, que se inician a fines del siglo XIX, pero que adquieren un importante ímpetu en las primeras décadas del siglo XX, están estrechamente vinculados con el desarrollo del capitalismo mundial. Estos movimientos migratorios provocaron grandes trastornos en el campo de lo económico, político, religioso y demográfico y fueron incidiendo, con mayor o menor intensidad, según la coyuntura histórica, en la emigración de los habitantes de esta región que fueron en su gran mayoría cristianos, pero también entre estos inmigrantes estaban aquellos que profesaban el Islam. Las vicisitudes y sufrimiento del emigrante comenzaban desde que salía de su aldea natal; algunas veces venía solo, otras acompañado de coterráneos, también se daba el caso de que se juntaban dos o tres familias y viajaban juntas; las despedidas eran tristes y emotivas; los padres se oponían a esta aventura loca que iban a emprender sus hijos; el mayor temor que aquellos era morir antes de volver a verlos nuevamente, como muchas veces ocurrió.
Los cambios de fronteras en Medio Oriente (nacimiento de Siria y Líbano, entre otros Estados) y de las denominaciones utilizadas (turco, sirio, libanés, etc.) vuelven aún más complejo el estudio de la minoría árabe. Podemos notar también una coincidencia de nacionalidades para el año 1895. No obstante para 1900 hay una diferencia tanto para los árabes como para los turcos y egipcios. El proceso migratorio del Líbano hacia América se inició a partir de la década de 1860. Las causas de esta emigración pueden atribuirse a diversos factores, religiosos, demográficos y económicos. Las presiones del imperio otomano fueron determinantes: para poder mantener su control sobre el pueblo libanés utilizó el fanatismo religioso como recurso extremo de sometimiento. Aún cuando la opresión alcanzó a musulmanes y cristianos, los principales núcleos de emigrantes fueron estos últimos, que salieron en busca de horizontes más amplios para vivir de acuerdo con sus ideales religiosos y mejorar sus condiciones de vida.
Otro ejemplo es Palestina que se caracteriza por tener desde sus orígenes una población semítico árabe, proveniente de la península arábiga; a partir del año 638 E.C., como resultado de la conquista árabe musulmana, la población que era predominantemente cristiana (de la iglesia bizantina) se hizo en casi su totalidad musulmana. Sin embargo una minoría cristiana permaneció en la región después de la conquista árabe. Además de los musulmanes y cristianos, existieron otras pequeñas comunidades que vivieron en medio del pueblo palestino; estas incluían a los judíos, armenios, asirios y kurdos (Luz María Martínez Montiel, Araceli Reynoso Medina).
Los primeros inmigrantes árabes que se establecieron en América Latina a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, eran principalmente libaneses de medios rurales con escasa preparación intelectual, cristianos en su gran mayoría, que llegaron religioso y política. La mayoría de ellos se dedicó al comercio, primero ambulante, para después instalarse con tiendas en las ciudades. Posteriormente incursionaron en actividades de la industria textil; el éxito económico les permitió no sólo ascender rápidamente en la escala social, sino también enviar remesas al Líbano, fuera para traer a parientes y amigos, o para mejorar las condiciones económicas de los pueblos y aldeas habían dejado. Junto a los libaneses llegaron también palestinos y sirios en el mismo periodo, quienes experimentaron un desarrollo semejante. En los siguientes periodos llegaron a Latinoamérica también iraquíes, jordanos y egipcios, quienes se dedicaron a distintas actividades, tanto comerciales como industriales y agrícolas.
Los descendientes de árabes en América Latina, especialmente los libaneses, sirios y palestinos se encuentran totalmente integrados a sus respectivas comunidades de acogida. Han adoptado nombres comunes españoles, han participado en la política, casi no hablan el árabe, y han acelerado por medio de la educación y sus actividades económicas, el proceso de integración. Hoy día se encuentran en Latinoamérica descendientes árabes en todos los campos profesionales, artísticos, culturales, científicos, deportivos y comerciales. Más recientemente se ha dado también la inmigración de árabes del norte de Africa y de palestinos, principalmente después de la fundación del estado israelí en 1948. Estos últimos de origen urbano y con gran preparación intelectual.
El Islam es una religión que se está difundiendo sólo en los últimos años en Occidente, a partir de antecedentes muy escasos. Las razones que pueden explicar esta tardía difusión son externas e internas. Entre las externas cuenta el auge que el movimiento proselitista ha adquirido en el mundo islámico en los últimos años. Entre las internas, algunos cambios ligados al abandono de identidades religiosas tradicionales por parte de numerosos grupos. La interacción de factores externos e internos explica el crecimiento reciente.
M. Hamidullah, en su artículo "Le musulman dans le milieu occidental" (El musulmán en Occidente) comenta que hay millones de musulmanes viviendo en regiones fuera del área de influencia original del Islam, y una de estas regiones es América, haciendo referencia de que se trata principalmente de inmigrantes, aunque algunos de los originarios de estas regiones ya han abrazado el Islam y superado en número a los contemporáneos musulmanes del profeta Mahoma.
Las sociedades islámicas no son homogéneas. Algunas todavía se encuentran dominadas por modos tradicionales de vida y de producción, mientras que otras han progresado de diferentes maneras en su camino hacia la modernización. Como menciona Abdelmajid Sharfi en su libro Islam, Between Divine Message and History, aquellos que abrazaron la nueva religión en las regiones conquistadas por el Islam, no lo hicieron empezando de cero, sino que echaron también mano de sus propias opiniones, sentimientos, valores y de su propia cultura. Esto mismo sucede con aquellos que abrazan la nueva religión en otras regiones a donde el Islam ha llegado más recientemente pero ya no a través de las armas, sino de la inmigración principalmente. Aquéllos que abrazan la nueva religión entienden la misión de Mahoma e interpretan lo que es nuevo con referencia a su forma tradicional de pensar. "La sociedad musulmana del siglo XX estuvo claramente marcada por la evolución del mundo moderno, aún cuando no todos sus miembros lo estén en el mismo grado […] A pesar de todo esto, algunas instituciones heredadas del pasado y exigidas por la ley religiosa siguen dando a las sociedades musulmanes su aspecto característico". Esto sigue siendo cierto a comienzos del siglo XXI.
Los inmigrantes que profesan el credo musulmán han enfrentado un proceso heterogéneo tanto por la dificultad de realizar su práctica religiosa en países mayoritariamente cristianos como por el establecimiento de alianzas matrimoniales con hombres o mujeres de distinta creencia religiosa. Fue hasta fines de los años 80 y principios de los años 90 que los musulmanes en América Latina comienzan a incorporarse a las primeras comunidades islámicas. Aunque hasta ese entonces sólo el cuerpo diplomático de las embajadas de Medio Oriente y el Magreb tenía acceso a un espacio para realizar las oraciones del viernes (salat al-yuma), no fue por lo general este grupo de donde surgieron los fundadores de las primeras comunidades islámicas en Latinoamérica, sino que fueron extranjeros o mexicanos conversos al Islam quienes formaron casas de oración o musalas.
Bibliografía
Kusumo,Fitra Ismu. (2013). Islam en América Latina. México, D.F.: Rumah Jade Production.
Bibliografía
Kusumo,Fitra Ismu. (2013). Islam en América Latina. México, D.F.: Rumah Jade Production.
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